Entre los rotos

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Texto: Irma L Uribe (@irmolauro)

Ilustración: Julia Reyes Retana (@julitareyes)


Alaíde juega con las palabras como con las memorias. El juego de definiciones al que juega con su hermano en la historia cuando son niños, se convierte en parte importante de la narración del libro. A través de él, Alaíde (re)crea un mundo de memorias y define y redefine las palabras que emanan de memorias pseudocolectivas; pseudo porque aunque partan de la misma foto, por ejemplo, pueden cobrar significados diferentes para cada persona que aparece en ella. La manera en que cada quien intenta ordenar su propio caos.

Ella retoma este juego y redefine palabras aquí y allá a lo largo del libro: miedo no significaba lo mismo para su hermano a los ocho años que para ella a sus 30. Las conductas de su abuela cuando vivían juntas que la irritaban cuando era adolescente, ahora son recuerdos que atesora. Quién era su hermano dentro del silencio. Y así conocemos mejor a los personajes: a través de definiciones, tanto las que se les atribuyen como las que les incluyen.


Sufrí y disfruté mucho la complicidad en este libro, la reconstrucción de recuerdos propios y ajenos; las ficciones que creamos acerca de los demás. Es raro cómo tu mayor cómplice puede tener una versión tan diferente a la propia de una realidad compartida. Igual no es tan chistoso como curioso o interesante. Sobretodo cuando se trata de reconstruir memorias de la infancia que incluyen violencia, culpabilidad, remordimiento, interpretaciones, celos, abrazos qué dimos y qué no dimos, sin sentidos. 


En Entre los rotos, Alaíde nos lleva de la mano a la infancia compartida con su hermano, su madre y su padre, sus abuelos - sobretodo su abuela, a través de momentos y fotografías. Pasa de escenas en parques y juegos infantiles a golpes que la llenan de culpa. Después nos lleva a su juventud; también compartida con su hermano, pero muy solitaria para ambos. Su prosa  transfiere esas emociones y podemos vivirlas como propias: el miedo, la culpa, la inseguridad, el amor disfrazado de terror, el asombro, el desprecio, el silencio. Tal vez se sienten propias porque para nadie son del todo desconocidas. Y porque se desdoblan en la relación fraternal, quizá una de las más complejas por cercanas.


Disfruto mucho cómo recientemente la literatura - sobretodo la escrita por mujeres - le ha dado una voz principal a las memorias y emociones de la infancia. No como algo falso y exagerado, no como algo confuso que no éramos capaces de comprender por ser menores, no como algo que vale la pena tratar de entender ahora. Sino como algo cierto, como errores de los adultos que nos rodeaban que creían que no entendíamos, como falta de sentido común. 


Lectura súper recomendada, no nada más por mí si no por mucha gente, como el jurado que le dio el Premio Mauricio Achar en 2019. Y si no siguen a Alaíde en Twitter, háganlo también, porque es muy divertida. 


Irma L Uribe es fundadora de ateconqueso, una empresa social que busca que todos los niños tengan libros en su casa. Es feminista desde hace mucho y mamá desde hace poco. Cree que los libros son también juguetes y tiene la manía de subrayarlos. Le gusta leer y escribir y junto con las demás, creó La pluma abominable como un pretexto para hacerlo más en serio. Es autora de varios títulos infantiles y en otra vida se dedicó a la política social.

 

Julia Reyes Retana es arquitecta, aunque nunca se ha dedicado a la arquitectura. Tiene un taller y marca de costura Chocochips Costura de Estación dedicado a la producción de objetos textiles y a la impartición de cursos de costura y técnicas textiles. Dibuja desde que tiene memoria y la ilustración es la base de la que germinan todos sus proyectos, dibujos que se transforman en cosas. Actualmente dibuja todos los días y a todas horas.

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