El regreso al nostos

domingos-encierro-1.jpg

Por: Lula Montes (@lobarroco)
Ilustración: Julia Reyes Retana (@julitareyes)

El regreso al nostos (julio 2018) 

En mi afán desmedido de retomar los clásicos, nombraré esta etapa como mi regreso al nostos. Es difícil regresar a tu hogar cuando deseas olvidar tantos enojos adolescentes y tantas ausencias que no has podido llenar. He vuelto en mi época favorita del año porque diario llueve. Antes la lluvia solo me hacía mirar por la ventana, observar el jardín y pensar «¡qué aburrido lugar!» Vivía en un pueblo, no había mucho que hacer y ese tedio veraniego me orilló a escribir y a leer, sobre todo cuando se iba la luz con las tormentas. Hoy, de regreso a esta casa, he tenido que hacer una extensa revisión de libros que ni recordaba que existían, es entonces cuando agradezco profundamente haber tenido libros infantiles que me vieron crecer. 

Cuarentena (mayo 2020) 

Es mayo y llueve, una vez más estoy encerrada, a veces sí pienso «¡qué aburrido lugar!» No estoy estoy en la casa de la infancia, estoy en la ciudad y me da miedo el exterior. Me da miedo el virus. Desde mi ventana miro y pienso en el encierro, pienso en las niñas, pienso en mis sobrinas y quiero hacer videollamadas para leerles un cuento como lo hacía meses atrás. ¿Qué estarán pensando esas personas chiquitas? ¿Qué estarán pensando mientras esperan volver a salir a la calle a jugar? No les di los libros que les prometí, el virus llegó más rápido y pronto nos encerramos. 

Me he puesto a escribir literatura infantil y regreso a esa discusión entre las literaturas. El adjetivo infantil, puede tener una carga semántica peyorativa que invalida la experiencia del individuo por pertenecer a un rango inferior de edad, además se llega a utilizar como un insulto: 

«No seas infantil» cuando en realidad querían decir «¡Madura!» 

He notado que en los círculos literarios, las escritoras de libros infantiles son menospreciadas por escribir para la infancia. Cuando voy a las librerías miro las contraportadas y leo semblanzas de escritoras que no se les nombra como tal por tratarse de literatura infantil. Tan solo se les adjudica el sustantivo de autora de libros infantiles como si no se hubiesen ganado el título de escritora. Entonces pienso en los libros que leí, en los paseos a librerías y las ferias de libro, eran textos que me hacían sentir como persona y no como una niña que tenía que ser ingenua, obediente y tierna. 

Desde esta edad miro con recelo y un poco de envidia a mi yo de seis o doce años que leía sin prejuicios, leía revistas, leía letreros, leía el directorio de teléfonos buscando los apellidos más divertidos, leía hasta los «papeles rotos de las calles». 

Ahora que soy adulta hay días que me siento incapaz de leer, me culpo, me abandona la curiosidad y me atrapa el desasosiego. Entonces regreso al libro que me hace sentir en casa, al nostos. Lo leo de corrido, reviso las ilustraciones, lo huelo, lo abrazo y recito al aire las primeras líneas. 

También repaso mis personajes favoritos: el topo Timoteo, Minipú, el perro de los Puigcerdá o el ratón que llegó a la luna y encontró todos los quesos de la Tierra. A veces regresan esas ganas de leer, otras mejor me pongo a hacer pan. A veces escarbo más en mi memoria y aparece un libro que me maravilló, pero que escapó entre las montañas de juguetes, películas y peluches. El protagonista: un monstruo de la tinta que se escondía en los cuadernos y libros de las escuelas, su nombre es Tintof y la autora es Ursel Scheffler. Se perdió, lo he buscado desde hace casi ocho años y ningún librero ha dado con él. En fin, si está dentro de sus posibilidades pandémicas y mentales hagan una expedición a sus libreros, regresen a sus historias de la infancia y si encuentran el libro que menciono, escríbanme un tuit.

Lula Montes creció en Tepotzotlán y lo virreinal nunca la abandona. Le gusta el pan.

Julia Reyes Retana es arquitecta, aunque nunca se ha dedicado a la arquitectura. Tiene un taller y marca de costura “Chocochips Costura de Estación” dedicado a la producción de objetos textiles y a la impartición de cursos de costura y técnicas textiles. Dibuja desde que tiene memoria y la ilustración es la base de la que germinan todos sus proyectos, dibujos que se transforman en cosas. Actualmente dibuja todos los días y a todas horas

Previous
Previous

El domingo con la abuela

Next
Next

Días sin hambre: Ritos de iniciación