A la vuelta de un invencible verano
Texto: Valentina Winocur (@mevalele)
Ilustración: Julia Reyes Retana (@julitareyes)
Liliana Rivera Garza era una estudiante de Arquitectura de la UAM Azcapotzalco. Tenía 20 años, una personalidad alegre, muchos amigues, ganas de seguir estudiando, películas pendientes, pero, sobre todo, tenía una fuerte apuesta por ella misma, por el amor propio sobre el amor romántico. El 16 de julio de 1990 fue víctima de un feminicidio cometido por su expareja Ángel González Ramos quien, hasta la fecha, continúa prófugo.
Treinta años después de este crimen, en medio del primer gran encierro por la pandemia de covid-19, Cristina Rivera Garza abre las cajas donde su familia había guardado las cosas de Liliana, su hermana. Ahí encuentra sus libretas, cartas y apuntes y a partir de esos textos hace una minuciosa tarea de acomodo y selección por persona, tiempo y tema, donde busca recrear y celebrar la vida de su hermana a partir de esas piezas de un rompecabezas involuntario. Dejar que, de algún modo, ella y todo lo que la rodeaba hablen. No robarle también la voz, esa voz que, la misma Cristina asegura, correspondía a la “verdadera escritora de la familia”. Las cartas que están compiladas en el libro están en una tipografía basada en la letra manuscrita de Liliana que fue creada por Raúl Espino Madrigal, quien estaba enamorado de ella en 1990.
Conmovedor y luminoso pero siempre teñido por la certeza de un desenlace fatal, el libro nos va mostrando a Liliana y, por momentos, a Cristina. La infancia que compartieron, el núcleo familiar compuesto por las dos hermanas y sus padres; los juegos, las peleas, las canciones. Después, nos sitúa en los noventa, en la vida universitaria de una estudiante de arquitectura, entre caguamas y restiradores, desveladas y exámenes, amigas y amantes. Hay partes que nos devuelven al presente; a las marchas por el aborto en Argentina, al “y la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía”, al memorial a Lesvy Berlín Osorio. Este viaje en el tiempo nos muestra un amplio bloque generacional donde podemos reconocer cómo hemos construido, entre todas, un saber colectivo y acumulativo. Nuestras propias herramientas y lenguajes para frenar la violencia machista que, si bien no se detiene y por momentos se recrudece, cada vez logramos identificar con mayor claridad.
Cristina señala la culpa y la vergüenza que acompañan a los familiares de las víctimas de feminicidios. “¿Qué fue lo que no vimos?, ¿por qué no pudimos protegerla?”. En el texto asegura que nunca notó nada extraño, ninguna pista que pudiera alertarla sobre la relación violenta que vivía Liliana con ese exnovio que la seguía buscando e insistiendo en regresar. Les amigues de Liliana tampoco encuentran algún motivo de alerta en sus recuerdos, más allá del tipo mal encarado y celoso. “Ni Liliana ni los que la quisimos, tuvimos a nuestra disposición un lenguaje que nos permitiera identificar las señales de peligro”. Es un problema que rebasa y excede a quienes rodeaban a Liliana, incluida ella misma, que hasta el último momento “pensó que se podría enfrentar sola al patriarcado y que podía ganarle”. Era la falta del lenguaje y continúa siendo la falta de garantías, libertades y derechos para las mujeres. Cristina insiste, con convicción y firmeza, en que a ese sistema patriarcal y violento que le arrebató a su hermana y que sigue azotando a tantas mujeres, lo vamos a tirar.
El invencible verano de Liliana ocupa el formato de un libro para erigirse como un acto político, como una búsqueda de justicia. Artefacto de denuncia. En la presentación, junto a Rosa Beltrán y Gabriela Wiener, Cristina afirma: “Yo quisiera que el trabajo que no ha podido hacer la burocracia jurídica del país, lo pudiera lograr la literatura”. Que haya justicia para las mujeres en México es excepcional, solo 3 de cada 100 asesinatos de mujeres son esclarecidos, según datos del Inegi. El resto, quedan impunes y los criminales continúan sueltos. Al principio del libro la autora narra la travesía de punta a punta de la Ciudad de México en búsqueda del expediente del feminicidio de su hermana, mientras atraviesa mecanismos hostiles y laberínticos que dificultan el proceso. Un aparato jurídico atrofiado y burocrático que nos aleja de cualquier reivindicación legal. Que está diseñado para eso. Sin embargo, y pese a todo, Cristina continúa la búsqueda por otro lado, al margen de la justicia que vuelve a fallar. Su demanda se suma a muchas otras, a una infinidad de otras, a una protesta social que ha dado una sacudida al mundo; a los feminismos que marchan, toman las calles y exigen a los gobiernos que dejen de voltear a otro lado.
*Si alguien tiene información sobre Ángel González Ramos, presunto feminicida de Liliana Rivera Garza, puede enviarla al correo electrónico: elinvencibleveranodeliliana@gmail.com
Título: El invencible verano de Liliana
Autora: Cristina Rivera Garza
Editorial: Literatura Random House
Año: 2021
Elegir, leer, subrayar, anotar, discernir, coincidir, conmoverse, decepcionarse, alegrarse, terminarlo, incorporarlo. Sumar otra voz a la narración. Llegar desde otro lugar hacia esas páginas. Tratar de entender de dónde se viene. Volver a escribir sobre el libro. Que sus palabras den lugar a nuevas palabras. Que sus preguntas abran más preguntas. Agarrar un libro y darle la vuelta.
Valentina Winocur es mexicana y argentina. Escritora y editora. Estudió Comunicación Social en la UAM Xochimilco y una maestría en Creación Literaria en la Pompeu Fabra. Es feminista y está harta. Obtuvo la beca de la FLM y el FONCA. Siempre anda como quien no quiere la cosa. Pertenece a la generación millenial pero todavía no abre Tiktok. Tiene más preguntas que comentarios. Odia escribir pero le encanta haber escrito.
Julia Reyes Retana es arquitecta, aunque nunca se ha dedicado a la arquitectura. Tiene un taller y marca de costura “Chocochips Costura de Estación” dedicado a la producción de objetos textiles y a la impartición de cursos de costura y técnicas textiles. Dibuja desde que tiene memoria y la ilustración es la base de la que germinan todos sus proyectos, dibujos que se transforman en cosas. Actualmente dibuja todos los días y a todas horas.