Habitando las olas: Simone Biles y salud mental

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Texto: Jimena Soria (@jimesoria)
Ilustración: Julia Reyes Retana (@julitareyes)

En marzo del 2020, los Juegos Olímpicos que se llevarían a cabo en Tokio fueron pospuestos por la pandemia por COVID-19 que establecía el verano 2021 como límite para llevarse a cabo. Esa fecha fue cuando se realizaron en condiciones inéditas de aislamiento, oposición, medidas sanitarias y sin público. Para las y los atletas, estos cambios, la incertidumbre por la pandemia, los riesgos constantes al contagio, las pérdidas, las restricciones de movilidad, los cierres de instalaciones deportivas y la cancelación de competencias implicaron múltiples retos para su preparación.

Como cada cuatro años -en este caso cinco, las y los deportistas fueron una fuente de admiración constante sobre lo que pueden lograr con sus cuerpos y sus mentes. Pero Tokyo 2020 (2021) fue también un evento rodeado de críticas por la prohibición de hacer posicionamientos políticos y en el que se dieron conversaciones importantes sobre las desigualdades en el deporte femenil, la discriminación racial y la salud mental.

A más de un mes de que sucediera, las palabras de Simone Biles siguen resonando en mi cabeza. La mejor gimnasta del mundo -que también es neurodivergente- nos dio una enorme y poderosa lección de valentía al decidir no competir para priorizar su salud mental y hablar abiertamente de cómo se sentía. De lo difícil que había sido este año pandémico, del cansancio en su cuerpo, de tener que lidiar con su mente, del trauma por ser víctima de violencia sexual, de las exigencias constantes, de la presión que viven los atletas de alto rendimiento y de cómo las personas no tenemos que cargar con lo que se espera de nosotras. 

Como ya he mencionado en este espacio, soy una persona neurodivergente. He vivido también situaciones en donde me he alejado o he sido expulsada de lugares que implicaban dejar de lado mi salud mental. En su momento, no pude expresarlo con claridad y lo viví con mucha culpa. Ver y escuchar a la mejor gimnasta de todos los tiempos hablar públicamente sobre cómo a veces renunciar es una muestra de lo fuerte que eres, me conmovió profundamente. Renunciar cuando no estás bien y cuando no disfrutas lo que estás haciendo, ponerte primero que las expectativas, priorizarte, son todos mensajes importantes.  

Al conocer la decisión de Biles de retirarse de la competencia olímpica, inmediatamente se asumió que tenía una lesión física, lo cual es común en las atletas. El que lo anterior ocurra normalmente no implica juicio alguno hacia el o la atleta, contrario a lo que ocurre cuando hablamos de salud mental.

¿De qué hablamos cuando hablamos de salud mental?

Hablar de salud mental es hablar de un componente esencial del concepto de salud que se ha definido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como “un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades”. Pese a que cuando hablamos de salud se suele considerar únicamente la salud física, no hay salud sin salud mental. 

La salud mental no es únicamente un tema individual; está determinada por múltiples factores socioeconómicos, biológicos y medioambientales. Así, la discriminación, el racismo estructural, el sexismo, la gordofobia, el capacitismo, la desigualdad, las múltiples formas de violencia, las violaciones a derechos humanos, el capitalismo, la crisis económica y sanitaria y muchos factores más influyen en ella. Dado lo anterior, existe una responsabilidad colectiva en construir entornos y condiciones para tener vidas más vivibles y libres para todas las personas.

¿Quiénes pueden cuidar y procurar su salud mental?

Simone Biles, y también Naomi Osaka previamente, decidieron priorizar su salud mental en un contexto en el que hacerlo sigue siendo visto como fracasar, darte por vencida y decepcionar a las demás personas. Vivimos en una sociedad que te juzga por esos “logros” o “fracasos” como aspectos determinantes de tu vida, que etiqueta, jerarquiza y otorga valor a las personas respecto a ellos. En ciertos espacios incluso se glorifica el hablar de que no cualquiera puede con ciertos retos y por eso tienes que demostrar que tú sí puedes con todo porque tú no eres cualquiera. Reforzando una y otra vez que lo que nos hace únicas es soportar y poder con todo.

Contrario a lo que nos han dicho, priorizar nuestra salud mental, poner límites y respetarlos no es una decisión impulsiva e inmadura. Es una decisión que suele partir del autoconocimiento, de una visión crítica de las exigencias capitalistas sobre productividad y éxito y de romper con que en eso radica nuestro valor. Quizás por eso es tan temido y criticado. 

Sin embargo, cuidar la salud mental; renunciar a trabajos, relaciones o espacios; dedicar tiempo al autoconocimiento; tener espacios para hablar de bienestar de manera colectiva; tener acompañamiento que no estigmatice; y poder pagar terapia o medicamentos, en caso de necesitar y decidir tener un tratamiento médico, es un privilegio limitado por los recursos económicos, de redes de apoyo y del acceso a información que se tengan. Esto reproduce la injusticia y la desigualdad hacia las personas oprimidas por este sistema como las mujeres, las personas trans, de la diversidad sexo genérica, racializadas, con discapacidad, migrantes y adultas mayores, entre otras.

Por eso resulta sumamente poderoso que sean dos mujeres negras utilizando sus espacios y voces como deportistas de élite para hablar de salud mental en primera persona, renunciando a competencias importantes para su carrera, apostando por construir de una manera diferente y rompiendo con la aspiración capitalista de que lo que importa es lograr lo que te propusiste a cualquier costo. Incluso si ese costo implica tu vida, tu salud o tu cuerpo.


¿Cómo hacemos que socialmente no sea ni tan costoso ni tan estigmatizado cuidar nuestros cuerpos y mentes?

El estigma que prevalece sobre la salud mental genera que exista un miedo a nombrarlo como se hace con otros padecimientos de salud en el plano laboral, social y afectivo debido al temor fundado de perder trabajos, de que te quiten responsabilidades sin hablarlo, de ser vistas como incompletas, insuficientes, débiles o incapaces de tomar decisiones. Anular o cuestionar las capacidades de las personas neurodivergentes o de quienes padecen problemas de salud mental es capacitista y es contrario a la lucha por la autonomía corporal.

Es indispensable desde los feminismos y la lucha antipatriarcal desmontar la meritocracia, el capitalismo y las imposiciones de productividad que nos hacemos todo el tiempo y que también están ligadas a estereotipos de género. Necesitamos reconocer la valentía que hay en la vulnerabilidad, desmitificar la salud mental, abrir conversaciones y apostar por construir desde lugares en los cuales las personas podamos ser vistas, entendidas y valoradas en toda nuestra complejidad y en donde siempre se nos permita priorizar nuestros cuerpos, mentes y bienestar sin que eso sea penalizado. Encontrar formas colectivas de cuidarnos y de resistir ante un mundo sexista, racista y capacitista. 

Sin embargo, lo que no podemos hacer es caer en la incongruencia de admirar a Simone Biles y seguir juzgando a las personas en nuestros entornos cercanos que eligen su bienestar por encima del deber ser; decir que no hay nada más importante que la salud mientras aislamos a quienes la cuidan y la eligen; considerarnos superiores por priorizar los logros profesionales; seguir reproduciendo exigencias desproporcionadas hacia las personas y ambientes tóxicos para la salud mental de las personas; no estar abiertas a cuestionar a quién dejan fuera las convocatorias laborales o los espacios en los que participamos o a ofrecer flexibilidad y otras posibilidades para las personas neurodivergentes.

Simone Biles nos deja una lección que ojalá recordemos cuando sea necesario: siempre podemos renunciar. Tenemos que construir las condiciones para que poder hacerlo deje de ser un privilegio.

Jimena Soria es feminista, antirracista y activista. Tiene experiencia en temas de incidencia social y política y en fortalecimiento de capacidades a organizaciones de la sociedad civil. Es consultora en temas de prevención y atención de las violencias en espacios laborales. Le gustan los perros y el fútbol femenil.

Julia Reyes Retana es arquitecta, aunque nunca se ha dedicado a la arquitectura. Tiene un taller y marca de costura, Chocochips Costura de Estación, dedicado a la producción de objetos textiles y a la impartición de cursos de costura y técnicas textiles. Dibuja desde que tiene memoria y la ilustración es la base de la que germinan todos sus proyectos, dibujos que se transforman en cosas. Actualmente dibuja todos los días y a todas horas.

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