Hilma af Klint
Textos: Valeria Matos (@matosvaleria )
Ilustraciones: Julia Reyes-Retana (@julitareyes)
Sin ellas la historia es incompleta: las ficciones como puentes. El cisne no es tal.
Que usted lo desconozca no resta la existencia de un por qué y un cuándo, cuyo resultado es un inicio - las puntuales cinco de la tarde de García Lorca no fueron al azar. Así, el inicio que le contaré tuvo lugar en Solna, un poblado situado al norte de Estocolmo, cerca de 1880, finales del siglo XIX, cuando el espiritismo hizo contrapeso a la razón que se imponía de manera violenta al cuestionar, por ejemplo, lo más trémulo en el ser humano: la esperanza después de la muerte.
¿Que quién soy? No importa. Concéntrese en esta historia.
Telas negras la cubren de día, de noche. Camina en medio de la niebla para pensar. Juega con su sombra, se asegura que sea la propia. ¿Casarse? ¿Ser madre? No. Cada quien tiene un destino. Hay otros planeas para ella. Escucha las ramas caer, se detiene, ¿se oyen otros pasos sobre las hojas otoñales? Sigue su recorrido ante un sendero sin luz. La última nace de una conexión entre sus ojos y alguna puerta invisible.
Hilma af Klint, quien perteneció a la primera generación de mujeres estudiantes de arte en Europa, fue paisajista y retratista en un principio. Después dejó atrás las recreaciones visibles estéticas: rostros, montañas y árboles formaban parte de un escenario temporal terrestre. Se adentró en un espacio muy particular: lo esotérico, lo espiritista. Imagine dicho sitio como quiera. No hay restricción.
Lo recuerdo. Vi aquel cuerpo desdibujarse, volverse más delgado que de costumbre, y la piel blanca violácea; la miré como flor ahogada poco a poco en el río; Hilma, con manos jóvenes, sin cumplir los diecinueve, le destrenzó los cabellos rubios para no impedir que crecieran en la tumba, casa nueva de la carne. Diez años tenía la criatura, era su hermana. Enfermó de gripa. Se fue. Hilma no quiso despedirse de ella.
A partir de entonces la joven pintora inició la búsqueda incansable, el de la no materia. Mesas redondas, receptáculos de energía, velas, penumbras y oscuridades absolutas a instantes. Cinco mujeres (amigas, artistas) tomadas de las manos invocando almas, que no son más que amores arrebatados, llamando también a maestras ancestrales, la sabiduría de las brujas. Hilma es la médium, ojos entreabiertos, sonidos guturales, cabellos electrizados; la concentración plena implica abstraerse de lo que las rodea. Imagínese flotando en un viaje interestelar a través de espejos curvos, rectos, cóncavos. Voces ajenas se hacen presentes. La mesa elevada.
¿También ellas? También. De pronto, las cinco caen en esta realidad poseídas para escribir y dibujar automáticamente en medio del frenesí lo que llegaba a su cabeza ( ésta siempre conectada con un túnel en espiral hacia el hígado, el corazón, el bazo, entrañas emocionales, a su espíritu pues). Como ven, los dadaístas no fueron los únicos ni los primeros en echar fuera la retahíla que llegara.
Hilma no cesó la investigación de la vida perdida, de la magia ligada a lo oscuro. Ella y su hermana fueron separadas por un velo terrenal, nada más. Hilma aseguraba recibir mensajes de otra dimensión, símbolos, imágenes que debía proyectar contra el lienzo, las cuales más tarde podrían ser descifradas. Figuras coloridas lejanas de la naturaleza, resultado de una introspección subjetiva en comunión con un universo desconocido ante las capacidades ordinarias humanas. No me atrevo a describir las pinturas, para qué poner nombre a lo que no tiene.
¿Demente? No etiquete con categorías de su siglo. Entienda el momento. Un pueblo en Estocolmo, hace más de cien años. Inviernos larguísimos, noches casi interminables, el tiempo se alarga cual hoyo negro en busca de estrellas como alimento. También yo rastrearía almas sin cuerpo, francamente.
En ese fin de siglo, cuando el énfasis de las diferencias entre los géneros era mucho más evidente, cuando hombres y mujeres fueron educadas de maneras distintas, ¿no le parece lógico métodos de creación diferentes? El biologicismo dividió de forma arbitraria pasión e irracionalidad para ellas ⎯además de la subordinación⎯, y razón para ellos. Guarde silencio. No le obligo a creerme. Reflexione.
La diferencia entre esta artista y otros es, recordando a Marco Pasi, que mientras personas como Kandinsky lograron obras abstractas gracias a una relación subjetiva con el mundo tangible (como el arte ajeno o la naturaleza o las teorías varias o la rebeldía intelectualizada en contra de la academia), Klint lo hizo a través de una conexión con los sobrenatural (tal vez una introspección profunda hacia el abismo emocional, quién sabe). Al día de hoy no alcanzamos a entender, ¿o usted sí? … Y cuando una siente algo podrá hacerle pensar, pero jamás tacharlo como incierto.
Lo esotérico y el arte… ¿De dónde creía usted que provino lo abstracto? Sí, de una teoría artística contra lo establecido, irreverente ante la tecnología, la ciencia positivista y la idea constante de progreso; sí, desde el núcleo de la época moderna fascinante y su viaje al interior de los hombres, donde la herejía era la columna vertebral de la creación; sí, desde una especie de racionalidad pasional (la llamaría yo), también desde una corriente mágica un tanto tenebrosa.
Kandinsky leía sobre ello, estuvo en sesiones buscando espíritus (creo que no los encontró), era el momento indicado. Pero, entiéndame, las figuras innombrables surgieron también de un espíritu mujeril, perteneciente a un instante histórico específico, en contacto puro con la emoción, con la pérdida, con el amor, con la muerte, y tal vez de su comunicación con otro universo lógico, a lo cual defino como anti racionalidad expresiva. Una no es mejor que el otro. Simplemente son.
Puede haber varios orígenes en momentos paralelos, como las ideas. Aunque Klint pintó abstracto un poco antes (1906) que Kandinsky, quien desarrolló una teoría publicada en 1912, y se autoproclamó padre del abstraccionismo. Lo que encuentro fascinante es (además del narcicismo de él) que una y otro dialogan sobre cómo y por qué se expresaron de cierta manera a través de quienes podemos hablar todavía… Variante de las sesiones espiritistas en el presente, ¿no le parece?
Svanen (Cisne), por ejemplo. ¿Siente? No me diga qué ve, menos qué quiso decir la artista. Concéntrese. Vuele el muro necesario. Párese de frente a las obras exhibidas años después de que Hilma af Klint murió (ella así lo quiso, no mostrar su trabajo viva). La vida después de la muerte existe.
¿Quién dice que soy? …No. No soy tal.
Valeria Matos mezcla realidades de otros tiempos y ficciones a través de la escritura. Tiene el título de Maestra en Estudios de la Mujer de la UAM-Xochimilco y es Licenciada en Historia por el Instituto Cultural Helénico-UNAM.
Está interesada en el análisis de los procesos históricos y los productos culturales con el objetivo de visibilizar la participación de ellas y la inequidad entre los géneros. A partir de lo anterior, reflexiona sobre el presente. Su tema preferido: la presencia de mujeres. Habla de esto (y por lo tanto de la vida) en el Museo Memoria y Tolerancia, en donde la invitan muchos viernes al año.
Cuenta con diversas publicaciones, que incluyen Esencia de Líder (2016), bajo el sello Grijalbo, en coautoría con Alejandra Llamas, y ¿Vivir del arte? Sí. El universo del mercado y la valuación de las artes plásticas (2018), en coautoría con Rafael Matos, publicado por Puntal, Fundación Javier Marín.
Es heredera de la insurrección femenina. Es la molestia del siglo, es feminista.